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Estar imputado: El ser o no ser

Estar imputado: El ser o no ser


Esa es la cuestión, como buenamente escribió William Shakespeare, allá por el 1600 y nos transmitió a través de su famoso personaje Hamlet.

Otra frase menos famosa y algo más actual, de la película Airbag, que el otro día me recordaron mis amigos prevencionistas, es la de “Lo mismo que te digo una cosa, te digo la otra”, en la boca de nuestro querido Manuel Manquiña en el 1997. Al buscar de nuevo esta película, me recordó la existencia de otras expresiones como la de ”se puede decir más alto pero no más claro”, y por supuesto, la estrella desde mi punto de vista: “el concepto es el concepto”. Y así, llegaríamos a “n” frases un tanto vacías de significado que en algún momento han aparecido en mi trayectoria profesional.

Seguro que en este momento varias frases aparecen en vuestra memoria: “siempre lo hicimos así, no sabía que no se podía, nunca nadie me lo dijo, es lo que hay”, etc.

Soy ingeniera forestal y técnica superior en prevención de riesgos laborales con las tres especialidades, para ponernos en antecedentes.

El día que te llaman (normalmente suele ser así, aunque te lo pueden indicar vía mail) para comunicarte que en la obra se produjo un accidente grave, muy grave y/o mortal, de repente se te ocurren mil preguntas como: ¿qué pasó? ¿seguro? ¿está bien? ¿es grave? ¿cómo de grave? Evidentemente se te acelera el pulso y te pasa la obra por delante, como si estuvieras en un túnel y echaras la vista atrás. En ese momento analizas si lo hiciste bien: ¿conocía al trabajador accidentado? ¿sabía lo que estaban haciendo en obra? ¿cuándo fue la última visita que hice? ¿cuándo hablé con el Jefe de obra/Encargado? etc. De nuevo las mil preguntas y la que nunca queremos hacernos: ¿qué me va a pasar? Y a continuación piensas: ¡Houston: tenemos un problema!

Lo bueno es que Houston existe. Afortunadamente hay un grupo de compañer@s, amig@s, etc. que te apoyan, te escuchan, te ayudan y te preparan para la llegada de la imputación.

Y ese día llega………..y es duro.

De repente, sientes como una losa sobre tus hombros… y no queda otra que compensar este peso y levantar bien alta la cabeza. Sí señores, los técnicos aceptamos nuestras responsabilidades, pero vamos a luchar defendiendo nuestras capacidades, cualificación y profesionalidad. Así, alto y claro: soy técnico pero no soy culpable porque sí.

Cuando el proceso judicial se pone en marcha es como una corriente que te atrapa y te lleva mar adentro, y yo siento que tengo que llegar a la orilla, sana y salva.

El tiempo es un factor que desde mi punto de vista juega en nuestra contra, dado que estar imputado, en fase de instrucción, puede demorarse unos 6 ó 7 años, en condiciones normales.

Y durante ese periodo, ¿qué? Pues tu vida es normal. Continúas trabajando, formándote, disfrutando, es decir, ¡VIVIENDO! Pero cuando nadie se lo espera aparece otra vez la carta del juzgado, la comunicación del abogado, una nueva declaración, el perito judicial, etc. Y de nuevo, vuelves a tu vida de imputado, recordando una vez más el lejano accidente, releyendo declaraciones, aportaciones de pruebas, nuevos testigos, etc... y te sientes arrastrado por la corriente, ¡pero hay que seguir nadando!

Hoy en día, para quitarle importancia a la imputación, reírme un poco e intentar seguir viviendo con alegría e ilusión, y continuar mi trayectoria profesional en el mundo de la P.R.L., pienso que si no estás imputado no eres nadie.

Los técnicos de P.R.L. estamos de actualidad, porque también somos investigados, con lo cual, no debemos escondernos, aunque nuestros casos no sean llevados por un juez mediático ni salgan en las portadas de los telediarios, radio, o prensa. Es la moda.

Este pensamiento interno, me atreví a comentarlo después de algún tiempo con varios colegas prevencionistas y su respuesta me sorprendió muy gratamente: ni estoy sola ni me siento sola. Tengo la capacidad suficiente para demostrar mi profesionalidad y esta será mi premisa.

La sombra de la imputación del técnico vía penal existe. Tenemos que asumirla como profesionales y tener la capacidad de defender nuestro trabajo y demostrarlo ante el órgano judicial durante el procedimiento, y si es necesario, en sala.

Aunque lo de llegar a sala es otra historia...

En el IV Seminario de Prevención Aplicada de APROSAL, realizado en el 2014, en el debate de la mesa jurídica sobre “Jurisprudencia y Peritaje Judicial”, se habló sobre esto, tema muy interesante que espero que el próximo año 2016, en el V Seminario podamos retomar.

En mi caso, si llega, os lo contaré en el siguiente artículo. “Siempre nos quedará París”, o el tercer grado…

Agradecimientos a Carlos M. Corral, Presidente de APROSAL, a mis compañeras, a mis amig@s prevencionistas por sus debates, consejos, apoyo, por su tiempo y su buena compañía. Nos vemos en el V Seminario.

Aquí os dejo una selección del Refranero español, aplicable a la P.R.L. y de libre elección para cada uno vosotros.

A buen entendedor, pocas palabras bastan. A buenas horas mangas verdes. A falta de pan, buenas son tortas. A lo hecho, pecho. Al mal tiempo buena cara. A palabras necias oídos sordos. A rey muerto rey puesto. Cuando el río suena, agua lleva. Del dicho al hecho hay un buen trecho. El que la sigue, la consigue. El que no se consuela es porque no quiere. El saber no ocupa lugar. Martes, ni te cases ni te embarques. Más vale tarde que nunca. Nunca llueve al gusto de todos. Más vale pájaro en mano que ciento volando. Rectificar es de sabios, etc.


Artículo de Opinión.
Autora: Elena María González González.
Vocal de Construcción de APROSAL.

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